Debido a intoxicaciones alimentarias, como la ocurrida a causa de aceite de colza desnaturalizado en España en los años ochenta, y enfermedades desconocidas transmitidas por animales, como las “vacas locas” en Europa en la actualidad, existe una preocupación social por la calidad de los alimentos, que se traduce incluso a alimentos de los que, hoy por hoy, no se conoce toxicidad alguna, como los alimentos transgénicos.
Está claro que hay que perseguir el fraude y la adulteración de los alimentos. Esto es cierto en el caso de que se haya actuado de manera ilegal. ¿Pero actuar de manera legal garantiza que no se pueda haber problemas alimentarios? De modo alguno, como lo demuestran las “vacas locas”, alimentadas con harinas de origen animal, actuaciones legales en todo caso, para incrementar la producción cárnica. Con buena fe se pueden cometer errores.
¿Qué leyes no se deben violar? En principio las que reflejan el comportamiento natural, o sea la obtención de unos alimentos naturales. Pero no sólo biológicas, como adulteraciones, modificaciones genéticas, etc., sino que también se ha de tener precaución con aspectos químicos e incluso físicos, como podrían ser, por poner un ejemplo, métodos químicos para envejecer el vino, que aparentemente podrían ser inocuos, pero que a lo largo de ciertos años, en una botella, podrían producirse moléculas tóxicas o cancerígenas.
La delimitación es difícil, pero en todo caso pasa siempre por una mejora e incremento de la investigación y una educación del consumidor.
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